En todo este
tiempo aprendí que los caminos, cuando son difíciles, requieren un esfuerzo
doble, pero son sensibles a la luz del espíritu que no se rinde, siempre.
Hoy sé que a
veces hay que resignar, sobreponerse y enfrentar, que aunque la intención nos lleve
por un lado, la vida nos acomoda donde es mejor para que rinda nuestra
capacidad. No sé por qué, pero creo que el destino es inevitable, podemos
amarlo u odiarlo, pero no modificar ni una línea, no sé si me gusta eso, pero
sé que me gusta mi destino.
Hoy sé que el
mundo se resiste a que lo cambien y que estoy equivocado cuando creo que Dios
es esa resistencia, todo lo contrario: es mi fuerza.
Hoy sé que el
logro es el premio al esfuerzo y nada más que eso, por eso es tan duro a veces,
para incrementar el valor del premio, por eso duelen tanto los fracasos que
siempre son más: para que valga el triunfo.
Hoy sé que aun
cuando creemos que algo es lo correcto y tenemos las mejores intenciones
podemos equivocarnos, y no solo lastimar, también salir heridos.
Hoy sé que
soñar es mejor que rendirse, aunque rendirse no duele tanto.
Hoy sé que en
la constancia está el logro de la idea, y que si renuncio pierdo más que lo
visible.
Hoy sé que lo
mejor es eso que construimos con lágrimas en los ojos y que los milagros
siempre tienen forma de mirada.
Hoy sé que
cada persona es todo el mundo, por eso no es tan difícil cambiarlo, y que la
bondad de una persona no puede ser juzgada por nuestra limitada capacidad…
tampoco la maldad.
Hoy sé que la
vida puede ser hermosa cuando la sabemos vivir, pero está llena de
dificultades, de trabas, de malignidad, de momentos amargos. No hay que
rendirse, SIEMPRE hay una nueva oportunidad.
Hoy sé que el
sufrimiento construye una coraza que con el tiempo te hace resistente, la clave
es no formar parte de la coraza y mantener todo aquello que nos deja
indefensos, porque es lo mejor que tenemos aunque siempre nos den ganas de
llorar.
Hoy sé que la
memoria es la herramienta para construir un porvenir mejor.
Hoy sé que las
grandes hazañas son la maduración del sueño, y que despertar es la orden para
comenzar a construir.
Hoy sé que los
ideales duelen, que la fe incomoda, que las convicciones nos hacen sangrar;
pero también duele, incomoda y nos hace sangrar tener un hijo, eso es por el
valor que tiene. Vivir de principios parece un castigo, pero a la larga uno
descubre que es un premio, porque la vida toda sirve únicamente para enseñarnos
eso. Quizás podamos parecer insignificantes en el plan del Universo, pero el
Universo es insignificante sin la significación que le damos.
Hoy sé que la
experiencia no nos sirve de nada cuando no modeló debidamente nuestra alma y
que la sabiduría no tiene que ver con la inteligencia, pocas veces Dios mezcla
sabiduría, inteligencia y un buen corazón, pero cuando lo hace esos hombres
cambian al mundo.
Hoy sé que el
miedo a equivocarnos es el peor error y que callarnos cuando debíamos hablar es
tan malo como hablar cuando debíamos callarnos.
Hoy sé que el
sentimiento más complejo puede ser expresado con una mano sobre el hombro y que
cuando estás en el suelo todo te parece alto e inalcanzable, creo que Dios
permite que estés ahí para que cuando te incorpores te des cuenta de lo pequeño
que es todo. Es como si te entrenaran con una pesa de veinte kilos para que en
la competencia levantes una de diez.
En definitiva,
nada es imposible, todo puede ser cambiado, mejorar es una tarea que nos lleva
toda la vida, la justicia de Dios es una consecuencia de la justicia nuestra,
porque cada vez que juzgamos nos estamos juzgando y cuando condenamos nos
estamos condenando. Nada nos juzga mejor que nuestros actos.
Cada paso debe
ser una evolución del anterior, todo cambia, si no es así hemos errado el
camino.
A veces
tenemos que permitir que pasen cosas que quisiéramos que fueran distintas,
adaptarnos, porque muchas veces desconocemos el plan del destino y a veces una
insignificancia puede cambiar al mundo.
No hay viento,
por poderoso que sea, que dure para siempre, hasta el más enérgico de los
tornados termina en una suave brisa; si la inteligencia es la capacidad de
adaptación, está en nosotros resistir el huracán. Todo depende de nosotros. No
es el viento el enemigo del ave, es la fuerza de sus alas.