(Cristian Olivera | Para diario Tribuna | 19/04/2014) - En 1798, Joseph
von Fraunhofer era un muchachito huérfano de once años que trabajaba como aprendiz de cristalero en una
fábrica que se desmoronó y quedó atrapado entre los escombros. Dirigió la
operación de rescate el propio príncipe de Baviera, Maximiliano IV, y al verlo
decidió hacer todo lo que pudiera por él. A partir de ese momento se encargó de
su educación, le pagó los libros y forzó a los que le daban trabajo para que le
permitieran estudiar. En pocos años el talento de Fraunhofer era famoso en
media Europa. Gracias a los extraordinarios instrumentos ópticos que había
desarrollado, Baviera sustituyó a Inglaterra como referencia en la industria
óptica, de un pueblo rural pasó a ser un referente tecnológico. En cambio es
mucho mayor su influencia en el mundo de la ciencia ya que demostró que los
elementos químicos que tenemos en la Tierra, y de los que estamos hechos, son
los mismos elementos que existen en el resto del universo. A partir de ahí,
dejó el camino para que la química avanzara.
Nada de esto habría sucedido sin la generosidad de un príncipe, que
estaba destinado a ser el rey Maximiliano I de Baviera.
Un bien para las futuras generaciones
La política, las última década, se ha visto empañada por la falsa visión
de que el dinero es lo único que valida el poder, la famosa “caja”, y así se
han popularizado prácticas corruptas; unos años atrás la frivolidad y las
coimas; más atrás la escasez y la falta de gestión; o tiempos de errada
economía de facto. Todo no ha hecho sino empañar un bien muy importante que
tiene una sociedad, que es la política, y el desprestigio ha sido tal que ya
solo la mención de un político pone dudas sobre su honorabilidad.
Sin embargo la política debería ser considerada muy noble entre las
actividades sociales, ya que las decisiones políticas pueden cambiar la
realidad de muchos. Abrir escuelas o cerrar carreras, es ampliar o impedir el
acceso a la educación, por lo tanto es toda una decisión que impacta
directamente en el futuro de las personas. Las actividades caritativas, solo
pueden cambiar la realidad urgente de unos pocos, pero en cambio cuando la
decisión política económica funciona por buenas prácticas, cambia de manera
imperceptible pero innegable, la realidad de muchos.
Un factor que disminuya la pobreza, son cientos de posibles Joseph von
Franuhofer, es decir son cientos de posibilidades de que surja alguien que
cambie la realidad de millones, de que aparezcan científicos destinados a curar
enfermedades, o un maestro, o mucho más simple como puede ser lograr un buen
ciudadano.
Bien entendida, la política es la más generosa de las ocupaciones que
alguien puede pretender.
Pero también puede ser mal entendida y llevada adelante por personas que
no admiten otra manera de pensar, que reemplazan aquellos que no les son afines
por militantes sin capacidad, que utilizan el poder para presionar, que no
deciden en función del futuro y endeudan la administración, que desconocen la
generosidad y como tal la posibilidad real de cambiar los años venideros.
Mirar el futuro
Está claro que hay que estar dispuesto a llevar a cabo acciones cuyos
resultados no se van a ver, eso es ser visionarios y nuestra historia está
llena de ellos. En la arboleda del centro y de las avenidas, en las plazas y el
parque está la visión de una generación que pensó en el futuro, que soñó para
más adelante. Y no, no lo vieron con los ojos abiertos pero lo habrán imaginado
cientos de veces con los ojos cerrados.
La política es la única manera que una generación tiene de dejar huella,
para eso es necesario que el compromiso ciudadano no se remita solo a votar
sino a examinar el trabajo de sus políticos para tomar la mejor decisión en el
cuarto oscuro.
Y tener memoria para discernir entre la especulación y la verdad, para
encontrar entre los exponentes ciudadanos los que mejor respondan al criterio
de generosidad e inteligencia de que deberían estar dotados aquellos que
aspiran a ocupar cargos y escaños.
Para que la próxima vez que veamos un niño pobre en la calle pensemos que
puede haber en él un futuro Joseph von Fraunhofer que impulse a su pueblo y que
cambie el mundo. Entonces deberíamos elegir a aquellos que ostenten esa
esperanza en la mirada, a los que estén consustanciados con esa búsqueda, que
lleven la virtud en la sangre.
La generosidad de la
política
En 1830 el filósofo francés Auguste Comte publicó su Curso de filosofía
positiva, y fue tajante en su arremetida contra el estudio de todas aquellas
cosas que no estuvieran "sustentadas en los hechos". Para
ejemplificar esta cuestión, Comte señaló que "jamás sabremos de qué están
hechas las estrellas", y por lo tanto la ciencia y la filosofía debían
eliminar de sus objetivos "algo que las enormes distancias nos impedirán
saber jamás". Joseph von Fraunhofer demostró poco tiempo después que eso
no era así, demostró que aunque nos digan que algo es imposible, no debemos
dejar de intentarlo. Pero su mentor, Maximiliano I, demostró mucho más,
demostró que cuando la política se materializa en actos generosos, puede
cambiar hasta la manera en que vemos el universo.
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