(Cristian Olivera | Para diario Tribuna |16/05/2014) - Es algo que ocurre por primera vez en la
historia de Madariaga, por alguna razón, el acto tradicional por el 25 de Mayo,
esta vez se celebra a varios kilómetros de la ciudad y como parte de un evento
organizado por una institución privada, que naturalmente cobra la entrada. De
este modo el próximo domingo se romperá con una tradición que iniciaron
nuestros antepasados, que trataron de legar no tanto el rito sino su contenido como
manifestación de una ilusión de unificación y progreso. Parece restarse
importancia al recuerdo del momento inicial de nuestra patria, nada menos que el
punto de partida para lo que hoy somos.
En tanto que el Gobierno nacional retrocede en su enfrentamiento con la
Iglesia y esta vez realiza el Tedeum donde tradicionalmente se llevaba a cabo,
que era la Catedral porteña, acá ocurre lo contrario, la bendición del padre
Alejandro en el aniversario de la patria queda reducida a los pocos que hayan
recibido invitación para asistir o que cuenten con la disponibilidad económica
para acercarse.
Ya el año pasado se trasladó el tradicional desfile del 9 de Julio al 25
de Mayo, en coincidencia con los festejos por los 10 años que se cumplían desde
que fue electo Néstor Kirchner. El argumento fue, entonces, que hacía menos
frío en mayo que en pleno julio. Parece que este año el tiempo viene más
cálido.
Lo cierto es que en ignorancia total de que la cultura representa un
anclaje generacional y es la principal referencia a la hora de generar
pertenencia, se alteran estas prácticas como si el vínculo con el pasado no
tuviera importancia objetiva en la construcción social y ciudadana.
La tradición se sostiene en la costumbre para generar identidad, por
esto, la desaparición de la costumbre, necesariamente cambia la tradición, al
mismo tiempo que la desaparición de la tradición nos deja sin identidad, y sin
identidad solo somos un grupo disperso, que sin aquello que lo ensambla pierde
el rumbo en el sueño de un destino común. Ese es el valor de una celebración
que ha cultivado los lazos de un pueblo desde que se inició, allá por 1907.
La pregunta es ¿por qué se tomó esta decisión? ¿Acaso el temor a la falta
de convocatoria y entonces en el marco de una fiesta ya instalada y a varios
kilómetros de la ciudad todo pasará más desapercibido? ¿O una simple
demostración autoritaria de que el que recibió los votos puede hacer lo que
quiere? ¿O se trata de una falta total de conocimiento sobre el valor de la
tradición cultural?
Cualquiera sea el motivo es inexplicable y contrasta tanto con el sentir
popular que ya se inició en Facebook una campaña para abanderar la ciudad y
festejar el 25 de Mayo con los colores nacionales, en muestra clara de que la
unión de un pueblo no puede ser rota por decisiones arbitrarias tomadas por
gobiernos circunstanciales.
La Real Academia Española define como patria a la “tierra natal o
adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por
vínculos jurídicos, históricos y afectivos”, pero la patria es mucho más, es la
imaginación conjunta a la hora de proyectar el futuro. El 25 de Mayo, entonces,
se conmemora el inicio de esa coyuntura. Es la unidad y la cercanía. ¿Tendremos
que acostumbrarnos a la distancia? ¿Tendremos que acostumbrarnos a gobiernos
que no valoren la ligazón humana en que se manifiesta un pueblo? ¿Tendremos que
acostumbrarnos a no ser escuchados?
Mientras que en la TV Pública, durante la transmisión de Futbol para
Todos, anuncian una gran fiesta popular por el 25 de Mayo, en Madariaga se
programa el festejo en un predio privado, alejado, pagando entrada... Solo para
algunos…
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