(Cristian Olivera | Para diario Tribuna | 31/01/2014) - El lunes pasado el diseñador local Manuel Cabané mostraba sus creaciones en un evento organizado por el Hotel Howard Johnson, una semana antes lo habíamos visto en el décimo aniversario del Pinamar Moda Look, un espectáculo de repercusión nacional que contó con la prensa de los más importantes medios de comunicación de todo el país.
Es destacable la presencia turística en el hotel, incluso con Pocho Ramírez y la exposición de toda la oferta preparada para la temporada 2014 desde la municipalidad. No se esperaba menos dado el adecuado ambiente que generaba un espectáculo afín a los gustos turísticos costeros, y en un lugar tan adecuado.
Es loable advertir que Pinamar o una empresa, que aunque no sea local, impulsa la realización de este show que es tan conveniente por un lado para atraer el turismo pero también como parte de la cultura.
Sería bueno verlo en Madariaga, dispuesto para aquel vecino que, aunque la distancia sea muy corta, no puede acceder a lo que se realiza en la costa.
Celebro que canales como C5N transmitan a un diseñador local con reconocimiento nacional y me pregunto por qué no hemos visto un show así en la Casa de la Cultura. Y no es solo moda lo que ya no vemos, sino que ha mermado la oferta cultural de conciertos y recitales de diferentes estilos, se han disminuido las obras de teatro locales, y ya no llegan a Madariaga con la misma frecuencia los músicos y las charlas que ofrece de Café Cultura o las del Teatro Cervantes y así de a poco, nos vamos acostumbrando a no tenerlos.
Está claro que el Gobierno municipal tiene la facultad de optar y de darle su impronta a la gestión por medio de esas decisiones. ¿Pero por qué ciertos eventos no y otros sí? Como si un sector de la cultura fuera más importante que otro...
La Casa de la Cultura no es un cine
En otros momentos el público local tuvo acceso a eventos de calidad y prestigio que contribuyeron al relumbre de la Casa de la Cultura, y ello jamás interfirió en la actividad teatral, que siempre fue la razón de ser de la sala de teatro que es un orgullo regional y hoy está convertida principalmente en un cine poco publicitado y que quita lugar al ensayo y días de presentación a obras locales que por este motivo no se realizan, así como tampoco quedan espacios para muchos espectáculos. La Casa de la Cultura debe proteger e impulsar el activo cultural local, todo lo que lo reduzca debe ser revisado, sin por ello desentenderse del derecho de los otros ciudadanos al acceso de expresiones diversas. Es necesario que el cine esté, pero sin restarle espacio a las otras artes, ni desviar el fundamento de la Casa de la Cultura.
Resulta fundamental que la cultura sea efectivamente para todos y no solo en el discurso, porque la arbitrariedad en la administración de la misma facilita que el “amigo” tenga más acceso que aquel que no lo es, y así, simplemente, se la devalúa.
El Gobierno no representa a una parte, representa a un todo, incluso sectores pequeños y con escasa posibilidad de repercusión, porque a la hora de recaudar cada ciudadano hace un aporte que exige una contraprestación. De ahí, de cada vecino, incluso el más olvidado, salen los salarios de los funcionarios y los fondos con los que se lleva adelante toda la gestión. El Gobierno está obligado a retribuirles.
Escuchar a los vecinos
También es necesario escuchar a los vecinos. Por ejemplo, ya el año pasado se notó un retardo en el inicio de Folklore en los Barrios, que originariamente fue planeado para que cada sábado de enero y febrero los artistas locales pudieran mostrar su talento, el caso es que si se le da comienzo a fines de enero no solo se pierde un mes importante sino que la etapa final recae en pleno marzo cuando las actividades han recomenzado, lo cual desvirtúa el espíritu inicial del evento. Este año, vuelven a perderse los primeros sábados de enero.
Ojalá esto sirva como aporte para que se produzcan espectáculos de jerarquía en la Casa de la Cultura y los grupos de teatro la sientan su hogar, y para que se apoyen eventos independientemente de una visión parcial, ya que la comunidad merece un desarrollo cultural (que es también un bien turístico) acorde al destino de esplendor que deberían avizorar sus dirigentes; y requiere un Gobierno que responda a la demanda de cada uno de los sectores.
Un Gobierno para todos.
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