(Cristian Olivera | Para diario Tribuna |09/05/2014) - Una reciente noticia recorrió los medios
nacionales. Felipe es un niño de 11 años que nació sin su mano izquierda por causa
de una enfermedad genética. Vive en Tres Algarrobos, un pueblo bonaerense de
3.500 habitantes. A pesar de su impedimento aprendió a hacer deporte y se trató
de desempeñar de la manera más normal posible, pero siempre tuvo el sueño de
una mano ortopédica que lo ayudara a enfrentar su limitación. El obstáculo más
importante era el valor del producto tecnológico, que no bajaba de los 40.000
dólares, imposible para la clase trabajadora argentina. Un tío que vive en
Uruguay (y aquí una vez más la importancia de las redes sociales), les envió
por Facebook la noticia de un padre estadounidense que le realizó una mano a su
hijo utilizando la novedosa tecnología de impresión en 3D. El link incluía los
planos.
Una impresora 3D hogareña es más accesible que la posibilidad robótica
que le ofrecía la ortopedia tradicional, por lo que se contactaron, a efectos
de comprarla, con dos jóvenes argentinos que desde hace tiempo están
experimentando con esta tecnología y sus aplicaciones en la salud. Ellos se
ofrecieron a hacérsela gratis y así hoy Felipe puede disfrutar de la vida con
ambas manos, contento porque ahora tomar mate con su madre es una experiencia
completa para él.
Así es como dos jóvenes, Rodrigo Pérez Weiss y Gino Tubaro, 33 y 18 años
respectivamente, intuitivamente comprendieron las posibilidades de esta nueva
tecnología y no dudaron en aplicarla solidariamente a la salud, ellos tienen un
local donde alquilan las impresoras por horas y se encargan solidariamente de
imprimir productos ortopédicos.
Aquí es donde se pone de manifiesto la importancia del Estado para cubrir
necesidades que no son administrables desde lo cotidiano. En la actualidad, no
solo ocurre que los productos ortopédicos son muy caros sino que a muchos les
cuesta adquirir desde una silla de rueda hasta una muleta, y existen necesidades
tan básicas como zapatillas o más fundamentales como el alimento.
En la mayoría de los casos la ausencia estatal no se produce por un
rechazo del Gobierno al problema sino por desconocimiento. Las autoridades de
Tres Algarrobos deben estar sorprendidas por la facilidad y economía con que
esa familia resolvió un inconveniente mayúsculo, probablemente ignoraban el
trabajo de estos dos jóvenes con una tecnología que es de avanzada a la vez que
hogareña. Lo que quienes tienen responsabilidad en el Gobierno deben entender
es que la gente no les acercará los problemas si no existe una demostración
genuina de su interés.
Las instituciones solidarias que trabajan con problemáticas de índole
social, en lo local podemos mencionar a Unico, las iglesias, cada uno de los
comedores y merenderos e incluso los partidos políticos, etc., deben tener un
contacto fluido con el Gobierno. ¿Lo tienen? Es natural que los problemas
excedan al Intendente, para ello el municipio se articula en secretarías y
direcciones, la principal al respecto es Planificación Social, ya que cuenta
con el personal técnico y posee los recursos para brindar soluciones tan
inmediatas como lo indique la necesidad. ¿Cada cuánto tiempo se reúne la
Secretaría de Planificación Social con esas instituciones solidarias?
No se trata de acercarse a ellas por la inercia de la gestión ni de
forzar una participación conjunta sino de un verdadero trabajo en equipo donde
la detección real del problema vertebre la búsqueda de soluciones que tal vez
están ahí, en el tío de alguien que vive en Uruguay, a la espera de que la
gente adecuada las catalice en función del bien común, pero que nunca llegarán
si ese lazo no se produce.
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