(Cristian Olivera | Para diario
Tribuna | 21/02/2014) - Una visible consecuencia del crecimiento urbano no
planificado es el desorden vehicular. Otras consecuencias muy serias van desde
la contaminación de las napas hasta los asentamientos precarios, pero en esta
ocasión nos detendremos en los problemas de tránsito que surgen del aumento de
la población y de consumo, que sumado a la falta de políticas de prevención
eficaces, dan como resultado muertes evitables.
El sistema de planificación vial
debe estar en sintonía con la dinámica expansión de la ciudad; del mismo modo,
las políticas de prevención deben tener en cuenta esta situación para asegurar
su necesario resultado positivo.
Tres
pilares
El abordaje de las políticas
destinadas al tránsito debería basarse en tres pilares: responsabilidad, prevención
y control. Los últimos son compromiso del gobierno, pero el primero corresponde
a todos: el gobierno cumpliendo sus obligaciones y los ciudadanos, porque el
poco apego a la regla tiene por resultado siniestros que no ocurrirían en caso
de acatarse normas elementales. La mayoría de las causas de accidentes
(aseguran que el 90 %) corresponden al “factor humano”: excesos de velocidad,
falta de uso del casco, uso indebido del celular, no respetar el paso, u omitir
las señales, etc. El hecho de que deban colocarse retardadores de velocidad
para evitar el tránsito acelerado marca el grado de corrupción en la
responsabilidad ciudadana a la hora de respetar normas de convivencia
elementales. Si esto cambiara no existiría el problema.
Pero que la situación derive de la
falta de conciencia ciudadana no habilita al Gobierno a olvidar la necesaria
planificación al respecto. La prevención es el pilar fundamental y para ello es
importante que se articulen acciones en afinidad con la población, porque no es
un problema de compromiso sino de conciencia, y a ésta se llega a través de una
acción conjunta que persuada desde la certidumbre de la propuesta.
El otro pilar es el control. La
manera de que no se trasgreda la norma es cuando el infractor encuentra más
dificultad a la hora de salir impune. En un pueblo existe un grado de
proximidad entre sus habitantes, tanto con los inspectores como con los
funcionarios. Por ello es necesario afrontar los costos políticos y ser
igualitarios y justos en cuanto a la sanción por el incumplimiento de las
ordenanzas y leyes vigentes en la materia.
La
necesidad de acciones integrales
Si no existe una verdadera sinergia
entre las acciones producidas por las distintas áreas de gobierno, el problema
se aborda a medias y así la solución es parcial o en muchos casos no llega.
Desde las políticas educativas hasta la obra pública pasando por el
mantenimiento de los vehículos oficiales o las políticas de salud, comunicación,
con policía, etc., son fundamentales en un diseño estratégico e integral que
tienda a disminuir el problema. Es necesaria la planificación articulada entre
las distintas áreas de gobierno para lograr un completo abordaje al problema de
tránsito, que se adecue a la realidad de la ciudad y rompa con las viejas
costumbres remanentes de un esquema vial vigente desde cuando el sistema de
motorización era menor.
Cuando
el municipio también está en infracción
Sobre el fin de semana pasado se
produjo un nuevo siniestro entre una moto Suzuki 125, en la que dos personas
circulaban en exceso de velocidad, sin luces y carentes de cascos por el acceso
principal, y una Toyota Hilux. Está clara la responsabilidad de los conductores
del vehículo en infracción. Pero se agrega la falta de reemplazo de la
luminaria pública, que hacía que ese cruce importante y muy transitado quedara
en penumbras, en lo que marca un problema que se ha vuelto sistemático en las
calles de la ciudad. Nada quita la responsabilidad de quien circulaba en esas
condiciones pero la gestión municipal también debe dar curso a los adecuados
mantenimientos para asegurar la integridad de aquellos que conducen con apego
de las normas. Si el Gobierno no cumple su parte, ¿cómo puede evitar el
incumplimiento del ciudadano?
En este sentido, me pregunto: ¿Los
semáforos funcionan correctamente en la ciudad? ¿La circulación está
debidamente señalizada? ¿Se realiza el correspondiente mantenimiento de la
cinta asfáltica? ¿Se capacita adecuadamente a los equipos técnicos municipales?
¿Son suficientes y eficaces las políticas de educación vial que se aplican? ¿Se
ha hecho un monitoreo permanente con estadísticas que luego resulten en
políticas concretas? ¿Se controlan las ordenanzas de carga y descarga? ¿Se logra
que los camiones estacionen fuera de casco urbano? ¿Quién controla los
transportes de pasajeros? ¿Está bien que en varios talleres mecánicos, tanto
autos como motos estacionen en las veredas? ¿Se inspecciona eficazmente a las
motos? ¿Se sancionan los excesos de velocidad? ¿Se vigila atentamente el
cumplimiento normativo de los remises y
taxis? ¿Se evita la circulación de vehículos pesados por la planta urbana? ¿Alguien
recuerda que hay una ordenanza de estacionamiento de motos en el centro?
Nombres
portentosos pero vacíos de acciones
En estos días se comenzó con un
anunciado operativo de 24 horas en conjunto entre la patrulla urbana y Tránsito.
Es muy necesaria la colaboración con ellos por parte de los vecinos y la
aceptación una vez detectada la infracción. Pero también es imperioso que no se
convierta en un nombre elegante pero vacío como sucede con el Departamento de
Capacitación, Prevención y Educación Vial que debería funcionar en oficinas de
la terminal y hasta hoy carece de mobiliario, queda así destinado a un lugar
secundario y obsoleto lo que debería ser un pilar en la construcción de
ciudadanía vial. Da la impresión de que no se tomara dimensión del problema. Esto
no es un juego, puede tener como coste la vida de una persona.
Está claro que el problema no
depende solo del gobierno, la responsabilidad ciudadana es fundamental. Pero si
no se le da real importancia a la prevención y el control no se cumple con
eficacia, se entra en un círculo de anarquía que en la medida en que se
convierten en costumbre actos viciados se vuelve una cadena muy difícil de
romper.
Se trata en definitiva de
implementar estrategias cuidadosamente delineadas, que reconozcan la
problemática y combinen las acciones teniendo en cuenta los límites que produce
la larga data de la situación irresuelta. Y comenzar a planificar una ciudad
que sea producto de un trazado estratégico y no el resultado de una expansión
aleatoria; una ciudad moderna y con una mirada al futuro en conjunto con el
vecino y en respuesta a un inventario colectivo que debería marcar la visión
política como un precepto inseparable de ella.
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