sábado, noviembre 01, 2014

La importancia de la prevención para evitar accidentes de tránsito

(Cristian Olivera | Para diario Tribuna | 21/02/2014) - Una visible consecuencia del crecimiento urbano no planificado es el desorden vehicular. Otras consecuencias muy serias van desde la contaminación de las napas hasta los asentamientos precarios, pero en esta ocasión nos detendremos en los problemas de tránsito que surgen del aumento de la población y de consumo, que sumado a la falta de políticas de prevención eficaces, dan como resultado muertes evitables.
Es un llamado de atención que General Madariaga el año pasado haya cerrado con un trágico siniestro, y en los primeros meses de este año haya ocurrido otro con el mismo desenlace. Estas circunstancias hacen necesaria una rápida y eficiente gestión municipal al respecto, porque la ciudad continuará su evolución al ritmo de los avances que provea la realidad mundial, y si no se tiene en cuenta este desarrollo los problemas crecerán al ritmo en que se incremente el parque automotriz.
El sistema de planificación vial debe estar en sintonía con la dinámica expansión de la ciudad; del mismo modo, las políticas de prevención deben tener en cuenta esta situación para asegurar su necesario resultado positivo.

Tres pilares

El abordaje de las políticas destinadas al tránsito debería basarse en tres pilares: responsabilidad, prevención y control. Los últimos son compromiso del gobierno, pero el primero corresponde a todos: el gobierno cumpliendo sus obligaciones y los ciudadanos, porque el poco apego a la regla tiene por resultado siniestros que no ocurrirían en caso de acatarse normas elementales. La mayoría de las causas de accidentes (aseguran que el 90 %) corresponden al “factor humano”: excesos de velocidad, falta de uso del casco, uso indebido del celular, no respetar el paso, u omitir las señales, etc. El hecho de que deban colocarse retardadores de velocidad para evitar el tránsito acelerado marca el grado de corrupción en la responsabilidad ciudadana a la hora de respetar normas de convivencia elementales. Si esto cambiara no existiría el problema.
Pero que la situación derive de la falta de conciencia ciudadana no habilita al Gobierno a olvidar la necesaria planificación al respecto. La prevención es el pilar fundamental y para ello es importante que se articulen acciones en afinidad con la población, porque no es un problema de compromiso sino de conciencia, y a ésta se llega a través de una acción conjunta que persuada desde la certidumbre de la propuesta.
El otro pilar es el control. La manera de que no se trasgreda la norma es cuando el infractor encuentra más dificultad a la hora de salir impune. En un pueblo existe un grado de proximidad entre sus habitantes, tanto con los inspectores como con los funcionarios. Por ello es necesario afrontar los costos políticos y ser igualitarios y justos en cuanto a la sanción por el incumplimiento de las ordenanzas y leyes vigentes en la materia.

La necesidad de acciones integrales

Si no existe una verdadera sinergia entre las acciones producidas por las distintas áreas de gobierno, el problema se aborda a medias y así la solución es parcial o en muchos casos no llega. Desde las políticas educativas hasta la obra pública pasando por el mantenimiento de los vehículos oficiales o las políticas de salud, comunicación, con policía, etc., son fundamentales en un diseño estratégico e integral que tienda a disminuir el problema. Es necesaria la planificación articulada entre las distintas áreas de gobierno para lograr un completo abordaje al problema de tránsito, que se adecue a la realidad de la ciudad y rompa con las viejas costumbres remanentes de un esquema vial vigente desde cuando el sistema de motorización era menor.

Cuando el municipio también está en infracción

Sobre el fin de semana pasado se produjo un nuevo siniestro entre una moto Suzuki 125, en la que dos personas circulaban en exceso de velocidad, sin luces y carentes de cascos por el acceso principal, y una Toyota Hilux. Está clara la responsabilidad de los conductores del vehículo en infracción. Pero se agrega la falta de reemplazo de la luminaria pública, que hacía que ese cruce importante y muy transitado quedara en penumbras, en lo que marca un problema que se ha vuelto sistemático en las calles de la ciudad. Nada quita la responsabilidad de quien circulaba en esas condiciones pero la gestión municipal también debe dar curso a los adecuados mantenimientos para asegurar la integridad de aquellos que conducen con apego de las normas. Si el Gobierno no cumple su parte, ¿cómo puede evitar el incumplimiento del ciudadano?
En este sentido, me pregunto: ¿Los semáforos funcionan correctamente en la ciudad? ¿La circulación está debidamente señalizada? ¿Se realiza el correspondiente mantenimiento de la cinta asfáltica? ¿Se capacita adecuadamente a los equipos técnicos municipales? ¿Son suficientes y eficaces las políticas de educación vial que se aplican? ¿Se ha hecho un monitoreo permanente con estadísticas que luego resulten en políticas concretas? ¿Se controlan las ordenanzas de carga y descarga? ¿Se logra que los camiones estacionen fuera de casco urbano? ¿Quién controla los transportes de pasajeros? ¿Está bien que en varios talleres mecánicos, tanto autos como motos estacionen en las veredas? ¿Se inspecciona eficazmente a las motos? ¿Se sancionan los excesos de velocidad? ¿Se vigila atentamente el cumplimiento normativo de los remises  y taxis? ¿Se evita la circulación de vehículos pesados por la planta urbana? ¿Alguien recuerda que hay una ordenanza de estacionamiento de motos en el centro?

Nombres portentosos pero vacíos de acciones

En estos días se comenzó con un anunciado operativo de 24 horas en conjunto entre la patrulla urbana y Tránsito. Es muy necesaria la colaboración con ellos por parte de los vecinos y la aceptación una vez detectada la infracción. Pero también es imperioso que no se convierta en un nombre elegante pero vacío como sucede con el Departamento de Capacitación, Prevención y Educación Vial que debería funcionar en oficinas de la terminal y hasta hoy carece de mobiliario, queda así destinado a un lugar secundario y obsoleto lo que debería ser un pilar en la construcción de ciudadanía vial. Da la impresión de que no se tomara dimensión del problema. Esto no es un juego, puede tener como coste la vida de una persona.
Está claro que el problema no depende solo del gobierno, la responsabilidad ciudadana es fundamental. Pero si no se le da real importancia a la prevención y el control no se cumple con eficacia, se entra en un círculo de anarquía que en la medida en que se convierten en costumbre actos viciados se vuelve una cadena muy difícil de romper.
Se trata en definitiva de implementar estrategias cuidadosamente delineadas, que reconozcan la problemática y combinen las acciones teniendo en cuenta los límites que produce la larga data de la situación irresuelta. Y comenzar a planificar una ciudad que sea producto de un trazado estratégico y no el resultado de una expansión aleatoria; una ciudad moderna y con una mirada al futuro en conjunto con el vecino y en respuesta a un inventario colectivo que debería marcar la visión política como un precepto inseparable de ella. 

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