sábado, noviembre 01, 2014

Pequeños hombres, grandes cambios

(Cristian Olivera | Para diario Tribuna |30/05/2014) -  Es probable que pocos conozcan a Marino Morikawa. Marino Morikawa iba cuando era chico, todos los días con sus padres a pescar a la playa El Cascajo, en Perú. Más tarde pudo estudiar en una prestigiosa universidad japonesa y allí vivió hasta que un día, en el año 2010, tuvo todo listo para volver. Hizo las maletas, tomó el avión y se dirigió a su ciudad natal. Al llegar decidió visitar el lago y se encontró con una situación muy diferente que cuando niño. La lechuga acuática, los desechos humanos y el paso de los años habían hecho desparecer casi por completo la laguna.
Ante el panorama devastador, las autoridades habían decidido cubrirla por áreas de cultivo. Pero Marino no estaba dispuesto a que un lugar que lo inspiró tanto, desapareciera arrasado por el despiadado paso de la civilización, así que se internó solo en el lugar. Según relata el periódico peruano, El Comercio, la gente lo creyó loco, y los concejeros provinciales le dijeron que se iba a enfermar con el agua contaminada de la laguna. Él era consciente de los riesgos pero estaba decidido a cambiar las cosas, así que, soñador y bohemio pero perito en la materia, inventó un sistema y comenzó a aplicarlo. Primero dividió el humedal en ocho sectores con cañas de bambú, luego construyó una plataforma de tubos de plástico sujetos con varas de acero donde instaló bio filtros para recuperar la calidad del agua del humedal, y finalmente dejó que la ciencia hiciera lo suyo.
Cuentan que el resultado fue impactante, en poco tiempo 70 especies de aves y tres de peces volvieron a aparecer. Todo lo hizo con materiales sencillos, que se podían encontrar en cualquier ferretería, y no cobró nada. “Me gustaba que lo que yo vi en el pasado, otros lo vuelvan a ver y a sentir”, afirmó explicando la motivación que lo llevó a una empresa en que las propias autoridades no creyeron. Hoy, el mismo lago que lo inspiró a él, inspira a otros y se ha impuesto como un reservorio de la flora y fauna del lugar. Ahora intenta recuperar el río Chira y el lago Titicaca. Demasiado para un solo hombre.
Es curioso como los grandes cambios comienzan cuando alguien decide ir contra la corriente, cuando esa persona no acepta que otro le diga que no puede, o cuando tiene tanta fe en sí mismo que sabe que ve lo que otros no pueden ver y que es esa falta de visión la que no percibe el mejor aspecto de la cordura.
Esas personas especiales están por todos lados, solo hay que afinar la mirada para poder verlos. Como diría el Principito, mirar con el corazón.
En Madariaga, por ejemplo, Cáritas ha encontrado una modalidad de trabajo sumamente eficaz. Si bien es difícil clasificar todas las donaciones y luego diseminarlas donde corresponde, ellos además recogen por boca directa de quienes necesitan, su problemática. Es una mujer del Barrio Belgrano, con algunos colaboradores, la que se encarga luego de decidir los destinos y se entregan personalmente. Están en contacto directo con la necesidad, y lo resuelven de la mejor manera que pueden. Ese conocimiento real del problema hace que la donación sea sumamente efectiva y llegue a donde está la necesidad exacta.
Y no es el único caso, hay varios merenderos que día tras día están en contacto con una realidad social que lamentablemente cada vez es más injusta. Hombres y mujeres tan anónimos que no están en las noticias y, sin embargo, hacen lo que muchas veces los gobiernos olvidan, porque si bien con las estructuras de las áreas de gobierno se cubren administrativamente algunas necesidades, están lejos de ese cara a cara con que enfrentan realidades tan dolorosas estas instituciones.
A veces basta con mirar a los ojos a la urgencia para entender el verdadero impacto de una gestión mal administrada, los funcionarios no deberían eludir trabajar frente a frente con la carestía, después de todo, sus sueldos, salen de las tasas e impuestos que los que menos tienen también pagan. Dada la desproporción de los ingresos, es distorsiva entonces la relación sobre el valor de los mismos. Les cuesta más, por lo tanto merecen la concentración de los esfuerzos para revertir su situación.
Solo hay que caminar un poco para encontrar esas personas anónimas que inspiradas por un enorme humanismo han decidido hacer algo por los demás, sin importar que les llamen locos y sin escuchar a los que tratan de sumirlos en la frustración y convencerlos de que su sueño es imposible.
Borges decía que “Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo”. Yo creo que es así, que son esos, los que se ignoran, los que nos están salvando a todos.

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