sábado, noviembre 01, 2014

No nos acostumbremos a la inseguridad

(Cristian Olivera | Para diario Tribuna | 18/04/2014) - Si colocamos una rana en una olla de agua hirviendo, inmediatamente intentará salir. Pero si la ponemos en agua a temperatura ambiente se queda tranquila. Finalmente cuando la temperatura se eleva, el animal no se da cuenta y permanece hasta que muere, sin hacer intentos por librarse del problema. El cambio es tan gradual que su aparato interno para detectar las amenazas a su supervivencia no lo advierte.
Como la metáfora de la rana, las sociedades muchas veces son conducidas gradualmente a su decadencia. Algo sucede y de pronto nos acostumbramos a despertarnos con la noticia de que le robaron a alguien. Y así los hechos lentamente se van agravando en la forma y el modo, hechos que casi siempre son producidos por personas con antecedentes, en una clara evidencia de la ineficacia del Estado provincial y nacional en la previsibilidad del delito.
Que la policía sea comunal coloca las políticas de seguridad locales bajo la órbita del Intendente. En ese punto, su esfuerzo debería centrarse en reconstruir un tejido social que está roto por muchas causas, que seguramente exceden la gestión de este gobierno, pero que sin dudas se han agravado por impericias y la falta de acción.

El gobierno debe ser pueblo

Numerosas marchas y reuniones de vecinos solo motivaron una acción militante agresiva contra los exponentes, que solo se explica con la presencia de una visión cerrada y equivocada desde quienes los inspiran, que a su vez son los encargados de ofrecer las respuestas y soluciones. Los militantes responden al ejemplo que toman de los dirigentes ante los cuales se referencian, lo cual los ubica a éstos en un lugar de suma responsabilidad. Un ejemplo claro es la traslación del lenguaje verbal de ataque compulsivo desde el Intendente hacia el ya casi ex presidente del HCD, Esteban Santoro, que se vio replicado en las redes sociales por militantes que solo pretenden complacer a sus referentes o simplemente parecerse a ellos. El resultado es una agresiva verbosidad imperante en el trato ciudadano común, visible y permanente en el actual mundo de la web, que nos muestra crudamente tal cual somos, nos guste o no lo que veamos.
Algo que sí queda claro cuando se apela a la beligerancia verbal es que el debate se traslada a lo que se dice y se olvida de lo que se hace, o lo que no se hace en este caso, que es atacar el tema de fondo y entre todos los actores de la vida política y social actual.

Buscar culpables es eludir la responsabilidad

Un primer paso es reconocer el problema. La reciente declaración de emergencia en seguridad en la provincia de Buenos Aires no asegura soluciones pero ofrece un paquete de medidas que al menos indica que quienes gobiernan aceptan que hay un grave problema en materia de seguridad. La contracara es eludir el problema, poner en juicio a las víctimas y decir que cualquier observación opositora tiene que ver con maniobras de desestabilización, operaciones mediáticas, o ambiciones personales, o que los hechos se produjeron por cuestiones particulares. Buscar culpables es esquivar la responsabilidad. Los únicos culpables son aquellos que están fuera de la ley.
Es en ese camino en el que se debería avanzar y en ese sentido se ha dado un paso importante al forzarse cambios entre las autoridades policiales tras un hecho en el que un empleado administrativo de la fuerza resultó herido en un operativo en el que todavía no está claro por qué había sido enviado, cambios que son pedidos desde hace tiempo tanto por el Foro de Seguridad como por los Vecinos Madariaguenses.

Paso por paso

La alta reincidencia indica que algo está fallando en el encarcelamiento de quienes están fuera de la ley, naturalmente no se puede pedir al Gobierno municipal una solución que excede su competencia, pero sí la articulación con autoridades provinciales a las que tiene acceso como para hacerles llegar las necesidades de sus representados.
No obstante en lo local es mucho lo que se puede hacer a efectos de contar con  eficaces políticas de prevención y control del delito.
1.- Escuchar a los vecinos: una buena práctica sería asistir a sus reuniones para detectar problemas y buscar soluciones, en comunión y todos ejerciendo el derecho ciudadano en una misma dirección.
2.- Optimizar las instituciones que dependen de la Secretaría de Seguridad y como tal las políticas ligadas a ellas, por ejemplo que la Oficina de Asistencia a la Víctima se desempeñara diariamente; que funcionara nuevamente el número para llamadas de emergencias; que se reemplazara el gasto en combustible de las camionetas y se retornara a los vigiladores, o mejor aún tareas combinadas; la inclusión de los vecinos en la comisión de seguridad en el Concejo Deliberante; un trabajo óptimo de las cámaras; una policía bien preparada, equipada y con el suficiente apoyo político para manejar una eficiente infraestructura logística, etc.; todas propuestas pedidas ya desde diferentes sectores vecinales.
3.- El Foro de Seguridad debería fortalecer su vitalidad e independencia, dado que es un representante plural de la ciudadanía en la materia.
4.- Convocar a todos los sectores políticos y ciudadanos, desde la multiplicidad y en busca de consensos.
5.- Iniciar un discurso que conduzca a la concordia y que reconstruya la relación del gobierno con el vecino.
Nada es fácil pero una cosa es clara y es que la solución no llegará por milagro ni desde la soledad de un gobierno. Si no se trabaja en conjunto seguiremos en el plano del debate sin sustancia. Jonathan, una víctima de la inseguridad, pudo evitar que le roben golpeando a su asaltante, pero llamó al 911 y la asistencia se demoró, iba a trabajar, tuvo que seguir su camino antes de que acudieran los que lo debían proteger; a una familia la asaltaron los maniataron, golpearon y amenazaron; se produce un tiroteo en el que un hombre resulta herido de bala.
Como la rana, nos vamos acostumbrando.

Entre todos comenzando por el Gobierno, podremos revertirlo.

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